SEGURIDAD Y ESTÉTICA
El jueves venía caminando en la zona del Abasto, por una calle que
quizás era Aguero. Era de nochecita. Paso por un bar, y veo que un tipo
sentado en una mesa al lado de la ventana, me mira. Alcancé a ver
también que se paraba. Seguí caminando. Me dí vuelta y veo que viene
caminando atrás mío. Cruzo para ver que pasa, y el tipo cruza atrás. No
le importaba que me diera cuenta que me había empezado a seguir. Tendría
unos cincuenta y tantos. Al pasar por la puerta de una casa vieja,
salió una parejita que se sumó al tipo del bar. Doblé por Tucumán hacia
Pueyrredón, y los tres atrás mío. Enfilé por Córdoba hacia Callao y al
pasar la curvita, me metí en el IUNA, en lo que era el Conservatorio
Nacional de Música, sin mirar atrás. Enfilé hacia un aula donde ví que
había gente, y me senté. Una profesora -madura, alta, teñida, anteojos,
obvio- repartió las hojas de lo que resultó ser un examen de Estética o
Psicología o alguna combinación de ambas cosas. La segunda pregunta planteaba: "¿Puede concebirse una estructura psicológica que concilie en un
mismo sujeto la adhesión afectiva o la valoración estética positiva de
Charly Parker y un mal imitador de Arjona? ¿Son gustos compatibles? Sí,
no y porqué". No supe que poner. ¿A ustedes que les parece? (testimonio
anónimo escuchado en el programa de miniturismo "Yendo del chino al
shopping" de mi canal de cable INSUL-TV. La pregunta sigue en pie).
1 Comments:
Cuenta la leyenda que Chaplin se presentó a un concurso de imitadores de Chaplin (sin que lo persiguiera nadie) y salió tercero. Lo cual no tiene nada de sorprendente, porque quizás Chaplin no era un gran imitador, y menos de Carlitos el vagabundo, un personaje muy difícil al que no podía observar de afuera. Lo cierto es que la parejita, en cambio, sí imitó al tipo del bar, al menos en cuanto a perseguir al sujeto del relato, más allá de la influencia, siempre bienhechora, de Charly Parker.
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